Sabido es que cada vez que vamos a iniciar un trámite, papeleo o inscripción en alguna dependencia de la gran mayoría de las universidades argentinas, debemos estar dispuestos a enfrentarnos a largas colas, formularios para completar, empleados de Atención al Público que no tienen ni idea de qué te están hablando, y un sinfín de situaciones de lo más penosas que muchas veces le hacen preguntarse a uno qué es más difícil, si cursar una materia o iniciar un trámite administrativo. Y se los dice alguien que tuvo que pasar por el calvario de un «Cambio de plan» y las consecuentes visitas a cada uno de los Departamentos de mi carrera para pedir equivalencias; incluso llegué a pedir una audiencia en el Consejo Superior, pero esa historia la contaré otro día.
Si bien estamos acostumbrados en nuestro bendito país a que los trámites en la administración pública funcionan pésimo, hay ocasiones en las cuáles no dejamos de sorprendernos, como la que me tocó vivir esta semana.
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